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Fecha publicación: 06/03/2018

Si uno busca a la comunidad de Rivera de las Minas (en el Municipio de El Negrito) en Google Maps no la encontrará. Es entendible debido a que es compuesta por 3 pequeños grupos de casas o sectores. Cada grupo está separado por cuestas fuertes, una quebrada y larga distancia, a tal punto que cada sector de casas está en una montaña diferente. Las 27 familias en esta comunidad tienen acceso a pocos servicios públicos. Existe un local que sirve de escuela para los 18 niños en la comunidad y recién instalaron paneles solares para alumbrar las casas. Como dijo el señor Hipólito Ramos "en los 50 años que vivo aquí, nunca han venido del municipio u otra organización para preocuparse de una comunidad tan alejada como la nuestra".

Foto: vista sobre uno grupo de tres casas que conforman Rivera de las Minas

La situación de Rivera de las Minas no es única. Se estima que hay unas 23,000 comunidades clasificadas como "rural dispersa" – es decir con menos de 200 habitantes en todo Honduras. Algunas de estas son fincas aisladas, otras son grupos de 3-4 casas, y otras tienen un núcleo de algunas casas cercanas, pero siempre con menos de 200 habitantes.

Lo que este tipo de comunidades tiene en común es su limitado acceso a servicios de agua y saneamiento. "Venga conmigo, y le muestro mi ojo de agua" me dijo el señor Enoc Inestroza, el vice-presidente de la comunidad de Nueva Esperanza (en San Antonio de Cortés). Caminamos por unos 20 minutos cuesta arriba hasta llegar a unas rocas debajo del cual hay un nacimiento, o un ojo de agua como lo llaman. El nacimiento consistía de un poco de barro que aseguraba que el agua se almacenara ahí y que además permitiera entrar una manguera para llevar el agua a la casa de Don Enoc. En ausencia de acueductos, así es como gran parte de la población en el rural disperso se abastece. Estos sistemas de mangueras típicamente abastecen a una o más casas. Obviamente, estos sistemas representan un servicio no-mejorado. Los nacimientos no son protegidos, y tienen riesgos de contaminación – tal como mostró el caballo de Don Enoc que estaba tomando agua del mismo ojo de agua. Aunque el agua llega a la casa de forma casi continua, las mangueras requieren de mucho mantenimiento, dado que se desacoplan fácilmente, y se bloquean con el barro.

Foto: Don Enoc mostrando su ojo de agua con el tubito de entrada que lleva el agua a su casa

La situación de Don Enoc es común. En un diagnóstico que hicimos, encontramos que un 30% de la población en comunidades del rural disperso se abastece por estos sistemas de mangueras, mientras un 20% acarrea el agua de fuentes abiertas, como quebradas. Este dato revela una cobertura con servicios mejorados en el rural disperso muy debajo del promedio nacional de 91%, y hasta del promedio del área rural que anda en 84%.

Hay dos razones principales por esta situación. La primera es que estas comunidades no están en el mapa físico, ni en el mapa mental de las autoridades locales. El exalcalde y actual regidor de San Antonio de Cortés, el señor Amner Mendoza mencionó: "hasta recién supe de la existencia de estas comunidades del rural disperso y de su situación en agua y saneamiento".

Foto: la comunidad de Nueva Esperanza ahora está en el mapa del Municipio de San Antonio de Cortés

La segunda razón es que brindar servicios en estas comunidades no es fácil. La pequeña escala, la larga distancia entre casas, la topografía complicada (muchas de estas comunidades son de ladera) y su distancia de otros centros poblados hace que instalar acueductos sea difícil y por ende costoso. Razón por la cual comunidades más grandes sin acceso a agua, recibían prioridad en programas de agua y saneamiento, en vez de éstas del rural disperso.

"Tenemos una visión de cobertura total, y ahora que conocemos el rural disperso, implica también atender a esta zona"(Delvin Salgado, Alcalde de El Negrito)

El proyecto "modelos de intervención para el área rural dispersa de Honduras" – ejecutado por la ONG Water For People y sistematizado por IRC – trata de demostrar la factibilidad de las formas y modelos para prestar servicios a este segmento de la población. El primer paso en este proceso ha sido poner a las comunidades en el mapa de todos. Mediante un mapeo y diagnóstico hemos obtenido mayor información sobre el número de comunidades y la población en el rural disperso, así como el tamaño de la problemática. Estimamos que alrededor de 380,000 personas en el rural disperso carecen de servicios mejorados de agua y saneamiento.

En los tres municipios donde el proyecto interviene (El Negrito, San Antonio de Cortés y Chinda), se ha hecho un inventario de las comunidades dispersas y su situación en agua. A través de este proceso, las comunidades dispersas ahora están en el radar de los municipios. Y esto hace que comiencen a buscar soluciones a la situación. Como bien lo dijo el alcalde de El Negrito, Delvin Salgado: "nosotros tenemos una visión de cobertura total, y ahora que conocemos el rural disperso, implica también atender a esta zona".

El proyecto ahora está en proceso de pilotear diferentes tipos de soluciones en comunidades como Rivera de las Minas y Nueva Esperanza. Y hay muchas interrogantes a responder en esto. Pero el principal paso está dado: poner al rural disperso en el mapa de las autoridades. Esto es lo primero para asegurar que nadie sea dejado atrás.

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